martes, 10 de octubre de 2017

La invasión de los girasoles mutantes 2. Proyecto Voz de Dios.

Episodio 29. Voz de Dios.

Hay cosas de Madre Mary que nadie sabe. Demonios, casi nadie sabe casi nada de Madre Mary. Su origen. Su edad. El origen de su poder. Otra, es su interés, su pasión, por la historia del mundo. En sus aposentos, donde nadie entra, una basta colección de libros rapiñados aquí y allá llenan muchas de sus horas de meditación. La historia del mundo, construida vida sobre vida, amasada por los poderosos con la sangre de los desprotegidos, de los débiles, del pueblo llano. Por eso trata de construir en Inquisición su sueño, un hogar en el que los desechados dominen su propio destino. Y ahora esta delante de eso. Eso. Un símbolo de ese pasado esclavista que lleva su mente y su intelecto a ese tiempo remoto, y luego más allá, a un pasado que se escapa de su concepción del tiempo. Eso, ahí, imponente, reinando en una enorme estancia de varios kilómetros cuadrados. Una pirámide, perfecta, majestuosa, idéntica en estructura a la gran pirámide de Hufu, excepto que esta se alza por lo menos a cuatrocientos metros sobre el suelo. Esta hecha del mismo material que la nave y la superficie bruñida de color ocre está completamente cubierta de símbolos en la extraña lengua anunnaki. Sorbinus y su extraño hombre de ojos azules encabezan la marcha, flanqueados por los dos engendros, Nimrod y Tifón. A Madre Mary, en ese entorno, rodeada por esos monstruos a los que sospecha que ha vendido su alma, y la de todos sus hijos, el sonido del exoesqueleto de su fiel general, no le sirve para estar más tranquila cuando llegan al pie de la pirámide, donde no se ve ninguna puerta, ninguna abertura. La enorme estructura parece muerta. Un cadáver milenario, inerte, pero terriblemente amenazador. Sorbinus sonríe pleno de satisfacción. He aquí la morada del Trono. Pone las manos en la superficie de la pirámide y un sonido hiere los oídos. Los símbolos que llenan la superficie bruñida de la estructura comienzan a brillar con la luz azulada que parece palpitar en todo el corazón de la nave.
La energía de la nave esta casi agotada, dice Sorbinus elevando la voz por encima del zumbido que empieza a levantarse en la enorme estancia.
-¡Despierta, monstruo de monstruos, joya del Imperio! Llénate de poder y devora el día.
La respuesta inmediata a la voz del Gran Sorbinus es una enorme columna de luz azulada que cae del techo invisible por la distancia y entra por el piramidión de la enorme estructura. La risa enloquecida de Sorbinus casi hasta consigue imponerse al sonido de la nave, cargando sus despiadadas entrañas directamente de la luz solar. Madre Mary se obliga a no imaginar que podría hacer esa bestialidad mecánica con su oscuro corazón rebosante de energía. Ya no le cabe ninguna duda, esa alianza solo les va a reportar dolor, victorias efímeras. Son hormigas, ella, sus hijos, todos, comparados con la raza que Sorbinus quiere despertar. Gigantes de mente, gigantes temporales. No habrá lugar para ninguno de ellos en el nuevo orden que se está abriendo paso delante de sus ojos. Ni en un millón de años podría haber dicho que es lo que en ese momento le impulsa. Pero desenfunda. La respuesta del general Finney no se hace esperar y el sonido de los cañones de impulsos de sus armadura de combate hacen que Madre Mary se sienta mínimamente respaldada. Pero es un consuelo muy nimio. Sorbinus ni siquiera se gira, solo mira por encima del hombro y sonríe. Es Tifón el que responde. De la superficie bruñida de su cuerpo aterrador salen tentáculos, o líneas negras, o ondas de color. Madre Mary no es capaz de ponerle nombre a lo que hace esa antigua monstruosidad. De lo que no le cabe duda es de las consecuencias. Su fiel general, su mano derecha, queda aplastado, casi volatilizado bajo la violencia del impacto. Madre Mary acude a todo el poder que puede encontrar en su interior y hace que estalle a su alrededor, una bomba psíquica que le da los segundos que necesita para desaparecer de la vista de sus enemigos y encaminarse hacia la salida de la enorme estancia, aunque tiene la absoluta seguridad de que llega hasta ella no por sus capacidades, sino porque sus enemigos no se molestan en perseguirla, pues no le consideran una amenaza.

El desierto gime. Girasoles y carroñeros guardan silencio. Unidos ahora, más que por la tregua, por el terror que empieza a apoderarse se ellos. Los pocos girazombis que han sobrevivido a la batalla salen disparados en cualquier dirección, unas motitas de color que dejan claro, en su patético gesto, que los viejos terrores del mundo solo son un eco vacío inútil comparados con los terrores que aguardaban agazapados en los confines del tiempo. La nave vibra y gime. El suelo y hasta el aire tiemblan. La bestia estaba dormida pero se está despertando. Un zumbido terrible sacude el espacio tiempo cuando empieza a hacer acopio de energía y la chispa de la vida recorre uno a uno todos sus sistemas. Eugene siente un terror sin parangón mientras procura no pensar más que en el siguiente paso para seguir vivos.

La pirámide se mueve. Una haz de luz azul entra por el piramidión y las paredes se abren, empiezan a plegarse sobre si mismas y a desaparecer bajo el suelo de la estancia.
Es un momento solemne que parece detener el tiempo, hasta que solo queda en el lugar donde estaba la pirámide una especie de cápsula, de unos tres metros de altura. Por la forma parece estar pensada para que una persona, mejor dicho, uno de los antiguos habitantes de la nave se metiera dentro.
-El momento ha llegado -dice Sorbinus-. Un último paso y la grandeza volverá al mundo. Adelante, hijo mío, ocupa tu lugar en el destino.
La copia de Harry Street se acerca a la cápsula y esta reacciona inmediatamente a su presencia. Se abre, y el hombre, si se le puede llamar así, se pierde en su interior. El aparato se cierra y empieza a brillar en el eterno tono azul. Pero una sombra se mueve detrás de Sorbinus y su séquito. Este se mueve en el último segundo para esquivar el filo de una milenaria espada hambrienta de su vida. Luego alas. Otra sombra y una bola de fuego negro que cae sobre Nimrod haciendo que el monstruo chille de dolor. Disparos, certeros, bien dirigidos. Solo un campo de fuerza impide que aniquilen al Gran Sorbinus, que se salva de la destrucción por segunda vez en pocos segundos. Ruido. Una mole de polialeaciones super avanzadas que se lanzan con estertor metálico sobre Tifón. El engendro no tiene tiempo de reaccionar y rueda junto con Bridge y su tremendo exoesqueleto por el suelo. Antes de que Nimrod se recupere, una nueva ráfaga de fuego angélico vuelve a rodearle. Caroline, Johny, Celine y Laura siguen cubriendo el desesperado ataque de sus amigos con un fuego letal, que por desgracia no surte demasiado efecto. Tifón se rehace y cogiendo a Bridge de la pierna lo lanza a un par de decenas de metros de distancia. El golpe es antológico, pero el viejo Goliath aguanta. Tifón tiene el tiempo para pensar y de su enorme boca sale un resplandor azulado que lanza una honda de energía en la dirección de Johny y los demás. Sienten como el suelo tiembla bajo sus pies, se resquebraja, grita agónicamente al deshacerse. No consiguen mantenerse de pie y sienten que van a caer cuando todo estalla alrededor y una inmensa energía les oprime. Inconscientemente cierran los ojos. Y de pronto se sienten livianos, flotan, y cuando el caos desatado por Tifón desaparece se ven flotando sobre el suelo, sujetos por una energía que en un primer momento no entienden de dónde sale, hasta ver la imaginen de Madre Mary de pie delante, con las manos levantadas hacia ellos. Luego, obedeciendo a un gesto de sus brazos, la energía psíquica de la mujer les deja suavemente en el suelo. Listos para luchar otra vez. Cuando pasan a su lado, Johny puede ver en su rostro sudoroso el enorme esfuerzo, que va mas allá de lo mental, que la mujer ha debido hacer para salvarles. Le dice un escueto gracias y se siente un poco ridículo. Mary no le contesta, se gira y con un feroz grito lanza otra oleada de energía contra sus enemigos, lo que hace que Sorbinus, aunque no cae, si retroceda, dando una oportunidad a una furia dorada, una rayo salvaje y rubio con dos espadas mágicas, de atacarle desde el flanco. El maldito de cabeza sobredimensionada consigue esquivar los mandobles de Thrud, que se deja llevar por la furia y descuida su guardia, lo que está a un segundo de costarle la vida, pues un brazo inmenso y negro está a punto de golpearla por detrás. Nimrod ha vuelto a la lucha y reacciona rápidamente para salvar a su señor, pero su golpe mortal, dirigido a la valkiria, es detenido por el frio metal, el del filo de la hoja de Tadesuz, y por el de los ojos brillantes de Peter, que poco a poco se van volviendo negros, henchido de poder. En un gesto de pura altanería ha replegado el casco de la armadura, para que su enemigo vea bien su rostro. Tú y yo tenemos algo pendiente, cara alquitrán. Del brazo de Nimrod salen varios tentáculos afilados buscando el cuerpo de Peter. Pero éste ha aprendido desde su último enfrentamiento. Esquiva todos con una serie de hábiles movimientos con la espada. El flanco se le queda descubierto y Nimrod lanza otra puntiaguda extensión de su maldito cuerpo. En el segundo en el que Peter está pensando si va a poder parar ese golpe, una ráfaga de disparos impacta sobre el cuerpo del Leviatán, no pueden pararle, pero consiguen que se distraiga y abortar el ataque sobre Peter. Johny se pone a su lado y suelta otra ráfaga. La potencia del arma parece, al menos, frenar brevemente a ese monstruo.
-Me debes una, colega -le suelta Johny sonriendo.
-¿Pero de qué estás hablando, Johny? Hubiera podido esquivarlo seguro.
-Sí, como en aquella ciudad ardiendo cuando le salvamos el culo ami Bridge.
Y Peter se vuelve a concentrar en el combate, aunque con una sonrisa, pensando en el momento que ha rememorado Johny y del que parecen haber pasado diez vidas.
Mientras las energías psíquicas de Madre Mary y Sorbinus chocan en unas tablas agónicas que amenazan con mandar todo al puto carajo a su alrededor, Harry corre en busca de las chicas, los demás están o demasiado lejos o demasiado ocupados tratando de sobrevivir.
-¡Celine! Tenemos que destruir el sarcófago. Si mi doble sale de ahí estamos perdidos.
Todos llevan armas de impulsos devastadoras, pero cuando concentran su fuego sobre el sarcófago, una barrera de la jodida energía azul protege el artefacto.
-¡Está protegido! -Grita Caroline.
-Cubridme.
Harry deja de disparar y abre varios displays azules en el aire, tratando desesperadamente de desactivar la protección del sarcófago y de Sorbinus.
Detrás suya se abalanza la mole de Tifón, pero sabe que ya no le da tiempo a escapar, así que ignora la sombra que le amenaza, y sigue concentrdo en los menús que va abriendo y cerrando a la velocidad de la luz. Pero la sombra desaparece, un inmenso golpe la aparta de él. Cuando levanta la cabeza, Tifón está volando por los aires a una decena de metros, a su lado se hiergue la inmensa mole del Goliath manejado por Bridge, aun con el brazo levantado por el inmenso golpe que le acaba de propinar a Tifón.
El ruido que sale del sarcófago para el combate. No es un ruido humano. Es un ruido enterrado en el tiempo. Más que doler, pesa. Aplasta. El aire parece espesarse. Todo detenido en el tiempo como si el mundo no tuviera fuerzas para seguir adelante. La voz muerde, mastica el alma de los compañeros. La voz no es una voz, es un eco, el tiempo mismo concentrado en unas palabras que hacen que todo lo demás deje de tener sentido. La voz. Esa voz. Una voz que ha traspasado eras, el cosmos civilizaciones, que pequeño es el mundo, que insignificante el tiempo. La voz que es un Deux ex maquina de la existencia. Es, la Voz de Dios.
LA RESISTENCIA ES FÚTIL. YO SOY ENKI, LA MUERTE Y EL TIEMPO NO PUEDE CONTENER A UN VERDADERO DIOS.
Sienten que la voz habla ende su idioma, pero también sienten que la pueden entender en cualquier idioma de la tierra.
Después del zumbido y la luz cegadora, todo se pierde en un segundo.

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