viernes, 9 de julio de 2010

La invasión de los girasoles mutantes
Episodio 5: Zarrapastro.
Desde la puerta del autobús, Spawlding ve el monstruo, una aberración de más de cinco metros de difícil calificación. Johnnie y los otros queman munición desde unas rocas que hay a la derecha de la carretera, pero parece que la lluvia de fuego solo sirve para mantener alejado al monstruo y enfurecerlo, pues su cuerpo parece estar rodeado de una especie de armadura natural. Bueno, piensa, solo hay una forma de averiguar como de dura es la armadura de esa maldita cosa. Tadeusz le pesa más que nunca en la mano, más de que de costumbre, el hombro empieza a dolerle, aquella vieja lesión, pero no hay tiempo para nada de eso, solo puede pensar en el monstruo, en la pata de más de tres metros que tiene delante y en si el acero de Tadeusz será capaz de morder bien fuerte en la carne de aquel bastardo enorme. La espada se clava, con un sonido hueco y bastante desagradable, pero luego no hay forma de sacarla. El Doctor maldice, se ha quedado encajada en la dura piel de aquel bicho, no puede sacarla y ahora, el monstruo, le mira en entre curioso y terriblemente cabreado, como si mirara a un mosquito pesado que acaba de picarle.
-Perdona, viejo -dice Spawlding riéndose- ¿te importa devolverme mi espada, para que pueda joderte a base de bien ese culo duro que tienes?´
La respuesta del monstruo, de cara sospechosamente parecida a la de un perro, es bastante rápida, una patada certera y el Doctor está volando por los aires en dirección a donde están parapetados sus compañeros.
Cae con dureza, levantando el polvo del desierto.
- ¿Qué diablos es eso, Walker? –pregunta en cuanto puede enderezarse un poco.
- Yo he oído historias -dice Bridge-. Hay una leyenda que habla de un monstruo que pulula por el mundo en estos días, es una mezcla de perro y armadillo que la radiación que llevan consigo los girasoles ha hecho crecer como una casa. Los viajeros le llaman Zarrapastro. Creo que lo tenemos delante.
Walker y Martin siguen descargando balas sobre el monstruo, que grita como si empezara a perder la paciencia y aquel juego ya le estuviera aburriendo.
- Está bien, está bien –Johnnie intenta pensar por encima del estruendo de los disparos-, vale, pero como se mata al Zarraloquesea éste.
-Pues como puedes comprobar –interviene Martin-, nadie lo ha conseguido, su cuerpo es duro como una roca, las balas apenas le hacen nada.
-Sí, eso es…-Bridge empieza a hablar pero en ese momento la escopeta se le cae.
Todo parece que sucede a cámara lenta, el arma cayendo, Bridge intentando cogerla, la escopeta que golpea contra el suelo, la escopeta que se dispara, la carga que pasa rozando la cabeza del Doctor y que se acaba estrellando unos metros más allá, dando de refilón en la cabeza del monstruo, que se toca furioso con una de las patas delanteras. Eso le ha dolido.
Walker y Spawlding hablan al mismo tiempo, mirándose fijamente.
-¡La cabeza es vulnerable! –y entonces vuelven a hablar una vez más al mismo tiempo- ¡El Barrel!
- Vale Doc, hay que ir hasta el autobús, y yo soy más rápido.
- No te digo que no, muchacho, pero yo soy mejor tirador, además –añade con una sonrisa-, es cierto, tu eres mas rápido, serás un mejor señuelo que yo, jajaja!!
Y diciendo eso se encamina hacia el autobús. Maldito carbón, piensa Johnnie entre risas, mientras sale de su escondite corriendo en dirección opuesta al autobús, gritando y disparando al aire. Hay unas rocas más adelante, si consigue llegar estará a salvo y le dará el tiempo necesario al Doctor.
El Barrel pesa, pero para Spawlding es un peso reconfortante, busca en el cajón de las municiones y coge un cargador del 12.70, lo encaja, un sonido celestial, apoya el trípode en el suelo de Betsy y mira por mira telescópica.
El monstruo lo llena todo. No quiere oír, no quiere pensar en Johnnie y los otros, solo un disparo es la diferencia entre la vida y la muerte, que ironía. Es como si el gatillo pesara una tonelada, un esfuerzo sobrehumano moverlo, así que hay que hacerlo bien, justo en el momento. El viento, los disparos, los rugidos, ¿cómo puede moverse tanto ese condenado bicho con lo grande que es? Ahí está, la cabeza, es ese segundo, el segundo cuando todo se paraliza, el gatillo ahora pesa menos, el retroceso le golpea con fuerza en el hombro. Un chorro de sangre surge de la cabeza del monstruo, que se queda quieto, muy quieto, y callado, muy callado. Luego se desploma sin apenas hacer ruido.
Los otros tres salen de sus escondites chillando, vitoreando, acercándose corriendo al autobús. El Doctor Spawlding guarda el Barrel y saca una botella de Jack Danyels, que va pasando a los otros según van entrando.
- Buen disparo, camarada –le dice Johnnie cogiendo la botella y dando un buen trago.
Spawlding asiente sonriente y le alarga la botella a Bridge, diciendo:
- Ya hablaremos tú y yo de por qué casi me matas hoy.
Luego sale del autobús, se acerca hasta el monstruo y mira el enorme cadáver con respeto. Al fin y al cabo era solo un pobre diablo más, un hijo de aquellos días de horror, como él mismo, como Walker, como todos. Pero lo que si ha sido es un magnifico rival, de eso no hay duda. Le hace una reverencia con la cabeza y con todas las fuerzas que le quedan, utilizando el pie como apoyo, saca la espada de la pata del animal muerto. Al menos, camarada, piensa, tu sangre es roja, eso es bastante por aquí en estos tiempos.

5 comentarios:

Eris dijo...

Hooooooooombre casi dos años después te dignas a escribir...

Pues me alegro.

Un saludo

Por cierto no seas mamón y deja que comente con Eriwen

Doctor Spawlding dijo...

jajajaja, si la verdad es que ha tardado en llegar, pero bueno, mas vale que nunca.
lo que no se es porque no puedes comentar como eriwen, no tengo ni idea

Doctor Spawlding dijo...

creo que ya lo he solucionado

Eriwen dijo...

Sí, ya está solucionado.

¿Tendremos el sexo capítulo para antes de que se acabe el mundo (2012)?

Por cierto se ve que este blog está más tranquilito que el otro xD

Doctor Spawlding dijo...

si, mas tranquilo, y eso que hay muerte, apocalipsis, destruccion, gente perdida, guerra, jajjaja. Pero no sabes las ganas que tengo de se tranquilice