lunes, 26 de julio de 2010

La invasión de los girasoles mutantes.

Episodio 8: Siempre hay más preguntas que respuestas.
- ¿Quiénes sois? Se me está acabando la paciencia –El Doctor demuestra su falta de paciencia pisando el brazo herido del soldado, que lleva diez minutos repitiendo lo mismo, su nombre y su graduación, Capitán Ezequiel Carp, del octavo regimiento de rastreadores del ejército de la corporación.
Walker sabe que si el tipo no da alguna contestación que convenza a su camarada, pronto les pedirá que salgan de la habitación para quedarse a solas con él.
- Amigo –interviene-, aquí todo se reduce a cuanto dolor quieres sufrir antes de morir.
- ¡Capitán Ezequiel Carp, del octavo regimiento de rastreadores de la Corporación!
- ¿Qué coño es eso de la corporación? –pregunta Martin.
-No sois nada. Ni siquiera sabéis lo que es la Corporación. Vivís como alimañas y debéis ser erradicados como tales. La corporación lo es todo, es el pasado el presente y el futuro. La visión del Líder y de su Santidad hará de este mundo un lugar mejor.
- Deberías echar un vistazo al tu alrededor, amigo. No hay forma de hacer de este estercolero un mundo mejor –le responde Walker.
- No sabéis nada, ignorantes. Yo he fallado, pero otros os purificarán
-Si no sabemos nada, ¡es porque tú no quieres decirnos nada! –Spawlding refirma su aseveración con un nuevo pisotón en el brazo del hombre, que vuelve a chillar entre dolores y a gritar su nombre y graduación.
-No creo que nos diga nada, Doc.
-Lo sé, Bridge.
-¿Entonces por qué le sigues torturando?
Spawlding gira la cabeza y mira a Bridge con una mirada que le atraviesa el corazón directamente y que le convence inmediatamente de no interponerse entre el prisionero y el Doctor.
- Chicos –interviene Johnnie-, será mejor que esperemos en el autobús. Este sitio ya no es seguro debemos irnos, ya está anocheciendo.
- Recojamos toda la munición y armas de estos tipos.
- Buena idea, Martin.
Cuando sus compañeros han salido de la sala. Spawlding se queda mirando muy fijamente a su prisionero, que por primera vez, sí muestra algo de miedo en sus ojos. Como si lo que tuviera delante, ahora que el resto de ojos se había retirado, fuera un monstruo y no un hombre.
- Bien, chico ¿Lees la Biblia? –Dice apuntando al hombre con el arma-. Porque he memorizado un pasaje que… no, es broma, es Johnnie el que se sabe esa parte. Adiós.
El sonido del arma es bastante trivial. Nada del otro mundo, solo una vida más que se acaba y mil preguntas que arden en la cabeza del Doctor. El Líder, su Santidad, la Corporación. ¿Qué es todo eso? Pensaba que estaban atravesando un infierno, un desierto, y ahora se encuentran con hombres armados y perfectamente organizados.
De cualquier manera, los cadáveres no hablan, ya no tiene nada más que hacer ahí, es hora de largarse.
-Has hecho lo correcto. Ese hombre podría poner a alguien sobre vuestra pista –dice una voz a su espalda. Es una voz que reconoce, aunque la cabeza está a punto de estallarle. Algo no encaja, esa voz no pude estar ahí, porque solo la ha oído una vez, y ha sido en sueños-. No hijo mío, esto no es un sueño. Ya te lo dije la otra vez, esto es muy real.
Spawlding se da la vuelta aunque sabe lo que va a ver. Es el mismo hombre de su sueño, el que siempre tiene la cara en sombras, y detrás de él su corte de hombres hermosos de ojos negros. Su primera reacción es echar mano de la espada.
-Eso no será necesario, no somos una amenaza. Ya te lo dije, estamos de tu parte. De vuestra parte.
- ¿Qué coño está pasando aquí? Me da igual lo qué seáis, nadie juega conmigo.
-  Lo sé, hijo, lo sé. Por eso te he elegido a ti.  Por tu fuerza, tu valor, y sobre todo por el dolor intenso que te devora por dentro, ese dolor que no te deja respirar cada noche. Ese dolor que te convierte en una criatura poderosa, porque no tienes nada que perder.
- ¿Qué sabes tú de mi dolor?
- Más de lo que te puedo explicar en este momento, muchacho. Yo también fui despreciado, igual que todos mis hijos. Vivimos cada día con el doloroso recuerdo de aquello que perdimos. Tienes que ser fuerte. Sé que lo serás, todo está a punto de comenzar y esta gente que habéis vencido hoy solo será el principio.
-Pareces saber mucho, ¿por qué no me cuentas todo lo que sabes de una vez y dejas de jugar a las adivinanzas? Yo no soy ningún peón.
-Todos somos piezas en el tablero de la infinidad, pero tú desde luego, en este juego serás más que un peón. Ahora debes partir junto a tus camaradas.
Un segundo después ni el hombre del rostro indescifrable ni sus acólitos están ahí. El Doctor piensa que ese día se lleva la palma de días raros en un calendario lleno de días raros. Sea como fuere, ahora lo más que quiere son respuestas, y alguien debe tenerlas.

Las estancias de su Santidad, el Papa Silvio Panterini, están bastante alejadas de la suntuosidad de las antiguas dependencias que ocupaban los hombres de su posición. Pero poco se salvó en el mundo de la destrucción de los Girasoles. Además, teniendo en cuenta el ambicioso proyecto que la Iglesia y la Corporación se habían propuesto, nada menos que construir un nuevo mundo, era aconsejable que todos sus líderes se alojaran en El Dorado, la ciudad secreta construida por la Corporación en un valle cerca de la frontera con Canadá. De todas maneras, el Líder de la Corporación, Jeremmiah Kiskembraun, un hombre delgado, de rasgos afilados, con una bigotito que imitaba al de Hitler y un curioso peinado con una corta melena de flequillo recto que enmarcaba dos ojillos marrones como ascuas, muy vivos y con aire de bastante peligro, tenia que reconocer que su Santidad había decorado con gusto sus habitaciones. Cuadros, libros, y muebles de rica factura que sus agentes han ido reuniendo entre las ruinas del mundo. Cuando llega al salón, el sacerdote está sentado bebiendo una copa de vino.
-Jeremmiah, mi querido amigo, pasa, pasa y siéntate, déjame que te sirva una copa –el Papa es un hombre muy corpulento, cercano a los cien kilos, con unos anchos hombros que dan la sensación de poder aguantar el peso el mundo. Tiene una larga barba y una larga melena de tonos pelirrojos. Se levanta y saca del mueble bar una botella de un whisky que el Líder sabe que debe ser de una excelente calidad. Cuando lo prueba se da cuenta de que no se ha equivocado, un licor excelente.
- Delicioso, Silvio. Tu gusto es primoroso, como siempre.
- La verdad es que lo tengo solo para ti. Yo jamás bebo whisky, soy más de vino, me parece más devoto.
-Siempre un hombre de convicciones, Silvio. Admirable.
-Ya me conoces, viejo amigo.
-Bueno, ¿qué era es tan importante que tenias que decirme?
El rostro del sacerdote se ensombrece y parece que los nervios se le juegan una mala pasada al sujetar la copa de vino, que tiembla en sus manos.
- Verás. Estoy preocupado. Últimamente mi sueño ha sido turbado por visones extrañas. No sabría decirte por qué, pero creo que nuestra empresa está amenazada, debemos tener cuidado.
-¿A qué te refieres, Silvio?
-No lo sé a ciencia cierta. En plena noche vienen a mí sueños turbadores, no consigo darles forma. Dos hombres, uno con ojos de acero y otro con un enorme fuego ardiendo en su interior. Y más cosas.
-¿Qué clase de cosas?
-No lo sé, Jeremmiah, una oscuridad que nunca había sentido que acompaña a esos dos hombres, sobre todo al de ojos de acero.
-¿Crees que hay fuerzas oscuras que amenazan nuestra empresa? ¿De verdad crees que debemos preocuparnos por eso?
-Igual que Dios y las fuerzas de la luz están de nuestro lado, no es desdeñable pensar que la oscuridad tratara hacer fracasar nuestra sagrada empresa.
En ese momento, el Líder de la Corporación piensa que él no cree en Dios, por muy preciada que sea la ayuda que la Iglesia ha prestado al Proyecto Depuración. Por supuesto no puede decirle eso a su Santidad, así que tendrá que jugar con hábil mano derecha aquellas cartas.  
- Sería un necio si desoyera los consejos y temores de un hombre de tu sabiduría y espiritualidad, Silvio. Pondremos todos nuestros ojos y oídos a ver si hay alguna noticia de esos dos hombres para eliminarlos antes de que sean una verdadera amenaza. En cuanto a la oscuridad, eso me temo que debo dejártelo a ti, amigo mío, el mundo espiritual no esta dentro de mi alcance.
- El éxito de nuestro plan esta hace ya tiempo en mis plegarias, hijo mío. Pero por si no fuera suficiente, también he puesto a trabajar a una de mis mejores agentes. Es una mujer con multitud de armas y sabrá buscar información donde quizás nosotros no la viéramos.
En ese momento, de una puerta al fondo, aparecen dos chicas jóvenes en ropa interior que cruzan la sala y entran en el dormitorio. Su santidad sonríe con malicia al Líder.
-Ahora, si me disculpas, viejo amigo. Un hombre de mi espiritualidad tiene que liberar sus demonios para poder presentarse con el alma limpia ante Dios.
-Por supuesto, su Santidad, por supuesto.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

joder has cogido ritmo y no hay quien lo pare ¡¡¡¡por cierto que gran personaje el de bridge

Doctor Spawlding dijo...

jajjajajaj, no se quien podra ser etes anonimo, jajja. Por supuesto que es un gran personaje, y en la historia de ficcion tambuen, jajja.

Eriwen dijo...

Prefiero esto a las poesías que escribías ultimamente, no te voy a engañar.

Un saludo

Doctor Spawlding dijo...

Por calidad o por animo? jajaja

Eriwen dijo...

Sinceramente por calidad, esto me mola más xD

Pero para gustos los colores =)