lunes, 19 de julio de 2010

La invasión de los girasoles mutantes

Episodio 6: Movimientos en el tablero.
Es una mujer joven, alta, muy atractiva, con el pelo corto y rojo y unos ojos verdes de un color muy intenso. Camina por un pasillo iluminado por luz artificial junto a un hombre un poco mas bajo que ella, rubio, con el pelo muy corto y casi rapado.
-¿Sabes por que el general quiere verme? -pregunta la mujer al hombre, pero este se limita a hacer un leve gesto con la cabeza y encogerse de hombros.
-Veo -continúa la mujer- que su legendario don de palabra, Coronel Anton, es totalmente cierto.
-Las palabras son un bien escaso -dice el hombre, con un leve acento alemán.
Siguen caminando por el pasillo en absoluto silencio, con lo que el sonido de los pasos y de los halógenos al fallar levemente son, en opinión de la mujer, incómodamente perceptibles. Pero ya le ha quedado claro que cualquier intento de entablar conversación con su compañero es inútil. Un leve pitido sale del bolsillo del coronel Anton y este saca un viejo teléfono móvil y se pone a teclear en él. Ventajas de que la Corporación controle los pocos satélites que quedan en órbita.
Al fin llegan al despacho y centro de operaciones del General. La puerta se abre. Es una amplia sala llena de escritorios, ordenadores, archivadores. Pero está vacía. Es tarde, solo el General trabaja, nunca descansa. Está sentado de espaldas a la puerta, detrás de su escritorio, vigilando algo en la infinidad de monitores que hay en la gran pared.
-Gracias, Coronel, la dama y yo hablaremos en privado -su tono es de lo mas educado y correcto.
El coronel levanta el brazo derecho a la manera nazi y se retira sin decir nada.
La mujer entra y la puerta se cierra detrás de ella.
- Un hombre de lo más eficiente, el Coronel Henninger, sin duda, aunque no muy sociable -dice el general aun sin darse la vuelta.
-Ya me he dado cuenta, mi general ¿Quería usted verme?
-Mi querida señorita, claro que quería verla. Es usted la mejor cazadora que tenemos, su escuadra es la más efectiva, y sus rendimientos están por encima de cualquier sospecha.
- Gracias, señor, es un honor...
- Sin embargo -interrumpe el General, dándose la vuelta- sigue sin encontrar a los lideres del principal elemento de la resistencia, esos ¿como se llaman?
-Los irreductibles de Helen, señor, así se hacen llamar.
El General es un hombre joven, atractivo, rubio, de pelo corto, ojos azules, de un azul frío e intenso, y la sonrisa más terrorífica que la mujer ha visto nunca.
-¡Eso es! Los irreductibles de Helen, esa panda de harapientos. Ayer acabaron con varias docenas de girazombis y un campo entero de girasoles.
-Lo sé señor, cerca de Iowa.
- Por supuesto que lo sabe, querida, lo que yo quiero saber es si hay alguna razón por la cual esa panda de rufianes siguen siendo un impedimento para nuestros planes.
- Están bien organizados, señor. Son muchos y nómadas, no tienen un sitio fijo. Se mueven a caballo, así que los satélites no pueden detectar el calor de sus vehículos. Pero tengo una buena red de espías por las pocas subciudades que tenemos localizadas, por eso aun no han sido destruidas, en cuanto pasen por una de ellas, seremos informados y podremos seguirles la pista.
- Bueno, eso no suena tan mal, querida, esperemos que el próximo balance de resultados sea más satisfactorio. La Purificación final esta cerca, querida, pronto nuestra sagrada misión se habrá llevado a cabo y un nuevo mundo renacerá, pero para eso tenemos que pulgar a los parásitos que aun sobreviven sobre nuestro amado planeta, hija. Su santidad se impacienta y el líder también, debemos darles resultados.
- Pondré todos mis esfuerzos en ello, mi General, puede estar seguro.
-Lo estoy, querida, lo estoy. Nos veremos pronto, puede retirarse.
-Sí, señor, gracias, señor.
La mujer comienza a darse la vuelta, cuando a su espalda oye otra vez la voz del General.
- Mi querida muchacha, no se olvide de que, aunque mi paciencia es infinita, no ocurre lo mismo con el Líder y con su Santidad.
-No lo olvidare, General Xavier.
-Estoy seguro de ello, querida. Puede retirarse, Celine.
Mientras recorre el pasillo de vuelta Celine no es capaz de esconder su agitación, no sabe si será capaz de obtener resultados tan deprisa como sus lideres le reclaman, ya que, entre otras cosas, la red de espías que le ha mencionado a su General es en verdad un único espía, espera que la suerte no le de lado.

Es de noche y los girasoles duermen. Han aparcado a Betsy junto a una vieja área de servicio, en la que, además de combustible, han encontrado también bastante agua, víveres y un puñado de girazombis que han pasado a mejor vida. Walker contempla la luna y cuenta las pocas que le quedan para acercarse un poco más a Helen. ¿Y luego qué? La verdad es que no había querido pensar en eso demasiado, pero la distancia se iba reduciendo y debía hacerlo, ¿seria el final de su vida de vagabundo, se quedaría con Helen en algún lugar esperando a que el fin del mundo no les encontrara? ¿Y el Doctor, se quedaría con ellos? Él no tiene hogar, él no es de ningún sitio. No, ese viejo lobo seguiría hasta encontrar él mismo el fin del mundo. Llegado ese momento, ¿seria capaz de abandonar a su mejor amigo, a su compañero de viaje, al hombre que tantas veces le había salvado la vida? Demasiadas preguntas de difícil respuesta para una sola noche. Pero no le quedaban muchas más. El Doctor se acercó y le tiró una cerveza, estaba fría, el sonido de la lata al abrirse le sobrecogió el corazón, hacía como dos semanas que se les habían acabado las cervezas.
-Joder, Doctor, con una cerveza fría en la mano y una noche tranquila como esta, casi parece que el mundo no se está yendo a la mierda.
- Amén, hermano. Estamos más cerca, y sé lo que te preocupa.
- Ah, ¿sí?
- Joder, sí, sois como un libro abierto para mí. Pero debes dejar de preocuparte. Tú tienes tu búsqueda y yo la mía, ese era el trato, cuando todo acabe, tendremos tiempo de sobra para tomarnos mil cervezas en algún rincón olvidado de este viejo mundo.
- Demonios, amigo, a veces me pones los pelos de punta.
-Ya sabes, intuición, nada más.
-Hey, Doc. Esa búsqueda tuya
-¿Sí?
-Es Celine, ¿verdad?
El Doctor solo sonríe, acaba su cerveza, y se pierde en la oscuridad.

3 comentarios:

Eriwen dijo...

No me lo puedo creer, no he tenido que esperar dos años para leer otro capítulo. ¿Doctor no hay sexo ultimamente? xD =P

Un saludo

Doctor Spawlding dijo...

jajajaja, lo que no hay es curro, jajajaja. Y, bueno, no tanto sexo como querria, jajajajaja

Blitzmetal dijo...

mmm? para que quieren combustible si el motor es eléctrico?