sábado, 24 de julio de 2010

La invasión de los girasoles mutantes.

Episodio 7: Sueños en celuloide en Even Falls.
En las calles destrozadas de la ciudad de Even Falls, reina un caos de coches quemados y fachadas caídas. Atraviesan un silencio sepulcral que solo rompen los gritos esporádicos de algunos girazombis que se lanzan contra Betsy. Pero esos gritos duran poco, el sonido de un disparo los va callando, desde una de las ventanillas, el Doctor los abate con un viejo Springfield con mira telescópica.
- Es increíble que sigas usando esa antigualla –le dice Johnnie Walker mientras conduce el viejo autobús por las calles desastradas.
Mientas dispara, va diciendo cortas oraciones que acompañan cada tiro; Dios es mi baluarte, mi fortaleza y mi castillo. Nada temo, pues el es mi escudo, ¡bang! En su camino no hay trabas y mi fe es mi mapa, ¡bang!
-No sabía que eras religioso, Doc –dice Martin.
-¿Religioso este maldito mal nacido? -Ríe Johnnie-. Está imitando a un personaje de una peli vieja, Salvar al soldado Ryan.
-No la he visto -dice Bridge-. No he visto mucho cine clásico.
Spawlding sigue con su retahíla y sus disparos. Va de una ventana a otra. Las ciudades no son seguras, están llenas de recovecos y no sabes cuantos bastardos te están esperando detrás de cada muro, así que la quieren atravesar cuanto antes. No han podido rodearla, porque los campos que la circundan estaban llenos de girasoles y es mejor vérselas con sus vástagos que con las plantas mutantes. El plan es encontrar un sitio seguro donde esconderse y esperar a la noche para salir cuando los girasoles duerman. Lo que esta por ver es cuantos lugares seguros quedan en la ciudad.
Él es el azote de los injustos y yo su puño de hierro, ¡bang!
-Johnnie –dice Spawlding, sin dejar de mirar por la mira telescópica del rifle.
-¿Sí, Doc?
-Creo que ya sé donde vamos a esperar a que anochezca.

El viejo edificio del cine Casablanca está a oscuras. Han sellado las puertas y las salidas de emergencia. Han puesto en marcha el viejo generador de emergencia que alimentan los paneles solares que, desde la ley del senador Mcallan del 64, todos los edificios del país deben tener en el techo. Bendita conciencia medioambiental de mediados de siglo. Ni un solo girazombi en el edificio. Están solos, bajo las luces titilantes y cansadas de los pasillos y las salas, caminado entres las butacas sobre las que hace bastante que ningún espectador se ha sentado. El Doctor se deja caer sobre una de las butacas, con una sonrisa de clara añoranza.
-Por todos los demonios del infierno. Esta es una de las cosas que mas añoro –dice.
-Al oírte hablar así podría uno pensar que hubo una vez que en la que fuiste una persona normal, que iba al cine y todas esas cosas -dice Bridge, sentándose a su lado.
-Paleto, todos nacemos hombres antes de volvernos lobos.
-Ya, y creo que algunos nunca dejaremos de ser corderos.
-No te lamentes porque toda esta mierda no haya podido quitarte tu humanidad. Llegará un día en que quizás te alegres de conservarla.
-Puede ser.


Walker camina por los pasillos del almacén del cine. Un sótano lúgubre repleto de estanterías metálicas llenas de rollos de películas. Miles, millones de imágenes olvidadas, de frases muertas, de besos perdidos, de amores quemados en los fuegos que consumen el mundo. El cine ha muerto, la literatura ha muerto, el arte solo es un susurro en el devenir del mundo. Johnnie piensa en la tristeza de ese mundo, su mundo, el que tiene que vivir día a día. El mundo en el que todo lo que queda del alma de la humanidad son las canciones tristes cantadas a media voz por peregrinos que solo luchan por un día mas. Viaja con la vista de un título a otro. Algunos le suenan, otros no, e incluso algunos se contaban entre sus películas favoritas. Cuando el mundo era un lugar donde vivir y se podían tener películas favoritas y todas esas cosas. Coge unas cuantas para leer los títulos, y no puede evitar una sonrisa cuando reconoce algunos como 300, Sin City o incluso Terminador 2, el juicio final. El jodido juicio final, tiene gracia, piensa, tiene toda la maldita gracia. Entonces coge una lata. Una de las mil que hay apiladas en las estanterías de metal. Ese titulo, de entre todos los títulos ese precisamente. La película en cuestión cuenta con dos rollos más. Los coge, los aprieta contra el pecho y sale corriendo.

Johnnie y Spawlding se miran con una sonrisa de absoluta complicidad, mientras las imágenes empiezan a llenar la sucia tela de la vieja pantalla, y el sonido desatasca los altavoces caídos en desuso. Cuando Walker ha aparecido con las tres bobinas de película, el Doctor solo ha sonreído con malicia y ha dicho, ese viejo proyector tiene que volver a funcionar. Ahora están ahí sentados, en una sala de cine sumida en penumbras y los sonidos de una vieja película de finales del siglo pasado recorre la estancia como un viejo hechizo. Bridge y Martin están sentados en la fila de atrás.
- ¿Te lo puedes creer, viejo amigo? –pregunta Walker.
- Demonios, no, parece un maldito sueño.
En la pantalla se puede leer A band apart production y tras una corta escena en la que una pareja debate sobre como atracar el restaurante en el que están comiendo, la pantalla se funde a negro y una música de guitarra y trompeta lo llena todo. Hasta que aparece el titulo de la película, Pulp fiction. Una de las películas favoritas de los dos compañeros, una película que ninguno de los dos ha visto en años, pero de la cual tienen grabado cada parte de dialogo en la cabeza y suelen recitar escenas y frases, entre risas, en las largas horas de carretera y soledad. Y allí están, viendo una película como dos amigos cualquiera, en un día cualquiera, como si la oscuridad del cine les protegiera de todo el infierno que les espera fuera.
La película sigue avanzando y ninguno de los dos aparta la mirada de la pantalla, mientras no paran de mover los labios repitiendo con voz sorda los diálogos de los personajes.
Pero el hechizo se rompe por un momento, el primer rollo ha acabado y hay que ir a cambiarlo.
-Ya voy yo –dice Spawlding.
Se levanta y se acerca hacia la salida de la sala. Todo sigue en penumbra y la luz se cuela por la puerta a medio abrir. Pero algo, de pronto, tapa esa luz, una silueta humana. La reacción de Spawlding es casi instantánea, se echa la mano a la cintura pero ha dejado a Tadeusz en el asiento, junto a Johnnie. Segunda opción, la pistola que lleva en el cinto, pero cuando la va a coger las luces se encienden y puede ver que están rodeados por cinco hombres armados que les están apuntando con fusiles de asalto.
Johnnie reacciona y se levanta con la Desert Eagle en la mano, apuntando a unos de los hombres. La respuesta es el ruido de las armas al cargarse.
- Les recomiendo caballeros –dice el hombre que está en la puerta-, que reconsideren sus opciones y tiren sus armas.
- Yo te recomiendo que reconsideres las tuyas y me beses mi sagrado culo –dice Spawlding-. Si solo quisieran hablar no nos estarían apuntando, Johnnie.
-Completamente de acuerdo, Doc. La pregunta es, ¿cuántos la queréis palmar hoy?
-Chicos, chicos, escuchémosles –es Martin el que habla, con las manos levantadas- veamos que quieren. ¿Qué coño haces Bridge?
Bridge se ha levantado con la escopeta en las manos, apuntando al tipo de la puerta.
-Nivelar nuestras opciones.
Spawlding desenfunda y apunta a otro de los soldados. Walker ha levantado la otra pistola y apunta a un soldado con cada una.
-¿Quiénes sois? No te lo preguntaré más, ¿quién cojones sois? –Pregunta el Doctor-. A mi nadie me apunta con un arma si un buen motivo, chico, y aun si lo tiene, más vale que sea más rápido que yo.
-¿Cómo te atreves a hablar así a un Capitán de la Corporación? Deponed vuestras armas de inmediato y disponeros a ser detenidos. No sois más que gentuza, carroñeros.
Walker sabe que no hace falta más. Conoce a su amigo de sobra y sabe que el infierno esta a punto de desencadenarse, unos segundos y se verá de que lado cae la moneda esta vez.
- ¿Tienes a alguno, Johnnie?
-A dos, te dejo tus tres y tus cinco, Doc.
- ¿Tienes a ese mamón, Bridge?
- Lo tengo, Doctor.
-¿Seguro, paleto, no me volaras a mi la cabeza?
-Seguro, maldita sea.
-Bien –dice Spawlding, con una asombrosa calma en su voz- pues a bailar.
El capitán de los extraños soldados se da cuenta de lo que está a punto de pasar e intenta dar la orden de fuego, pero no es tan rápido. Un segundo y cuatro disparos y cuatro soldados que caen al suelo muertos, antes incluso de que lleguen a plantearse disparar. Bridge tarda más en reaccionar y el capitán está a punto de desenfundar su pistola, pero el fogonazo finalmente sale de la escopeta. Se lleva parte de la pared, parte de la puerta y parte del brazo del tipo, que cae al suelo entre chillidos de dolor.
Spawlding se queda mirando a Bridge, que no sabe si su compañero le va disparar también a él.
-Bien hecho, Bridge –dice finalmente Spawlding. Que se acerca al hombre herido mientras Walker comprueba que los demás están muertos-. Ahora, muchacho, tú y yo vamos a tener unas palabras. Y espero que hoy tengas un día comunicativo.

1 comentario:

Vikutoru Tamago dijo...

¿Por qué demonios nadie ha comentado uno de los mejores capítulos?