viernes, 20 de agosto de 2010

La invasión de los girasoles mutantes

Episodio 16: Las ruedas de la historia.
-Tengo que reconocerlo, chico-dice el Alcalde Connor-, no pensaba que tu idea fuera a funcionar.
Delante de ellos, justo a la entrada de Crow Valley, están todas las fuerzas de que disponen, vehículos, hombres y mujeres armados dispuestos para la batalla. Lo bueno, es que no están solos. Durante una semana, Connor, siguiendo la idea de Johnnie, ha utilizado las viejas instalaciones del telégrafo para contar su plan a todas las ciudades que estaban cerca, pidiendo su colaboración y ayuda. Solo cuatro han respondido, pero aun así, dos semanas después, Johnnie y Connor tienen delante de sí un pequeño ejército que llevar a la batalla.
-La gente tiene más hambre de libertad de lo que esperábamos –dice Johnnie.
-¿Crees qué podremos hacerles frente?
-Si las informaciones que nos ha mandado V desde el Dorado son ciertas, la fuerza de la Corporación no es tan poderosa. Solo hacía falta unirse. Pero no será una batalla fácil.
-Ninguna lo es, da igual el número de almas que participen en ella.
-No hemos localizado al espía. Saben que vamos, saben cuando vamos a llegar y saben exactamente cuantos somos.
-En ese caso, Johnnie, no les hagamos esperar.
Decenas de viejos camiones y vehículos militares se ponen en marcha y un rugido estremece el mundo. El sonido de las ruedas que mueven la historia que por fin se vuelven a poner en marcha, viejas y oxidadas, casi olvidadas, pero escondidas en alguna parte, esperando una mano firme y sin miedos que por fin las volviera a poner en marcha de nuevo. Lo trágico es que la historia solo se escribe con dolor y sangre.
Connor mete medio cuerpo por la escotilla de la torreta del viejo M1.
-¿Seguro qué preferís ir en vuestro viejo autobús? Es más seguro aquí dentro.
-No, gracias alcalde. Betsy lleva demasiado tiempo combatiendo contra los girasoles, sería muy injusto dejarla fuera del a batalla final.
- Lo que tú digas, hijo. En marcha.
El alcalde desaparece dentro de las entrañas del enorme monstruo metálico y Johnnie se dirige hacia Betsy. Mientras camina hacia la puerta, va acariciando el costado del viejo vehículo. Cuando sube, Helen le está esperando, sentada junto al asiento del conductor. Besa a la chica y ponen en marcha el motor.
-Bueno, vieja amiga. Llegó la hora.

-¡Por última vez, Silvio! –Dice el Líder- No podemos dejarlo todo y huir solo porque tú has tenido una pesadilla.
-No es una pesadilla, Jeremmiah. Algo nos amenaza.
-Claro que nos amenaza algo, necio. Un ejército que se aproxima hacia nosotros y no sé si tenemos la fuerza para pararlo. ¿Te has puesto a pensar que pasaría si encuentran el laboratorio y encuentran lo que tú ya sabes? Todo nuestro sueño se vendría abajo.
- Eso es a lo que me refiero. Creo que si no hacemos algo, si insistimos en plantar cara a esta amenaza de forma directa, ya estamos condenados –la voz de su Santidad tiembla, pero no parece que el gesto del Líder cambie lo más mínimo su semblante. Las palabras de su aliado no le convencen. No es un hombre para nada supersticioso. De hecho, aunque jamás lo reconocería delante de Panterini, ni siquiera es un hombre creyente y mucho menos devoto.
-Mira, Silvio. Con todos mis respetos. No hemos construido nuestro sueño a base de fe y miedos. Lo hemos hecho con la ciencia. Y es con la ciencia con la que debemos defenderlo. Lo que no quita para que no tenga ninguna duda, ninguna, de que Dios está de nuestro lado. Con lo cual, ¿qué mal podría acecharnos si el señor está en nuestro bando?
Silvio quiere responder algo pero no se atreve. Más que no atreverse es que no puede reconocer lo que teme desde hace días. Su fe flaquea. No siente el calor de Dios a su lado, solo el de los ojos del hombre que le visitó en sus aposentos. Desde hace días no deja de preguntarse si Dios no les habrá abandonado.
En la habitación de al lado, la señorita V lo escucha todo a través de la puerta y el corazón le late más deprisa que nunca. ¿Qué es ese gran secreto que la Corporación guarda tan celosamente en el laboratorio, ese secreto que, en palabras del propio Líder, no puede caer bajo ningún concepto en manos de los rebeldes? Tiene que informar a Connor y los demás en cuanto salga de allí, pero antes el Papa quería hablar con ella. El muy estúpido aun no ha sospechado de las dobles intenciones de ella, lo cual sigue colocándola en una situación más que privilegiada. Pero también extremadamente delicada.
Por fin las voces se detienen. La puerta de la calle se cierra y los pasos pesados de Panterini se encaminan hacia la habitación donde ella se encuentra. Cuando el hombre cruza la puerta casi ni le mira. Está lívido y unas enormes ojeras rodean sus ojos. Pasa delante de ella. Se sirve una copa de vino y la bebe de un trago.
- Verónica, querida. Tienes que volver de inmediato junto a esa panada de mugrientos y tratar de convencerles de que nuestro ejército es mayor de lo que ellos piensan.
- No creo que ese les haga disuadirse. Ya no tienen vuelta atrás.
- Puede ser, pero les hará dudar, nos dará algo de tiempo.
- Como deseéis, Santidad.
El Papa le sonríe y se acerca a ella despacio. Extiende sus enormes manos y cubre la cara de ella.
- Mi querida hija, no sabes cuanto apreciamos lo que haces por nosotros.
- Para mí es un honor, Santidad.
- Claro que sí, hija mía, claro que sí. ¡Ah! Casi lo olvido. Tengo un asunto más que tratar contigo. Ven, quiero que veas una cosa.
Panterini se acerca a un viejo televisor conectado a un DVD. Aprieta el botón de play y en breves segundos aparece en la pantalla una imagen. La sangre se le hiela a V en las venas. Es una grabación de seguridad del campo de prisioneros, de alguna cámara que no vieron. Ahí está ella, en primer plano, con la capucha quitada y con Johnnie, Helen y los demás.
-Puedo explicarlo, señor –dice. El Papa sonríe de forma extraña y amenazante y ella va acercando la mano lentamente hasta su cuchillo Degollará a ese cerdo antes de que pueda avisar a nadie. Pero cuando la hoja sale de su funda, una mano de hierro le sujeta la muñeca y un segundo después está volando por los aires. El golpe contra el suelo es durísimo y acto seguido una bota le golpea en el estomago varias veces. Le falta el aire, la sangre acude al paladar. Una mano la coge del pelo y la levanta. Es el Coronel Henniger en persona, que la golpea una y otra vez sin decir ni una palabra. Intenta reaccionar pero el hombre es demasiado fuerte y rápido y no puede ver de donde le vienen los golpes. Finalmente cae al suelo y se queda boca arriba. Cada bocanada de aire es un suplicio. El Papa está de pie junto a ella, aun sonriendo.
- ¿De verdad te pensabas que era tan estúpido? Un hombre no llega a mi posición teniendo el juicio nublado, hija mía. ¿De verdad pensabas que íbamos a permitir que tus amigos llegaran aquí, llegaran al laboratorio y encontraran el arma que podría destruir todas las plantaciones de girasoles?
Así que era eso. Tienen un sistema de seguridad, un arma que limpie la tierra de girasoles cuando ellos hubieran acabado de limpiarla de los que consideran indignos. No puede pensar nada más, la bota de del Papa cae sobre su cara y todo deja de tener importancia.
-¿Está muerta, Antón?
El Coronel se agacha y comprueba el pulso de la joven ensangrentada.
-Eso parece, Santidad.
-Bien, pues saca esa escoria de aquí.

La consciencia vuelve y el dolor también. Oleadas de dolor que recorren cada centímetro del cuerpo de V. Intenta abrir un ojo, pero lo tiene hinchado y no puede. Abre el otro. Está fuera del dorado y dos guardias la llevan en una camilla. Está claro que la han dado por muerta y saben donde la están llevando, a una zanja más allá de la ciudad, donde tiran a los prisioneros que no son capaces de soportar la hospitalidad de la Corporación.
Cuando llegan al borde de la zanja, los guardias vuelcan la camilla. Da varias vueltas de campana que le producen un dolor tal que piensa que se está despedazando viva. Luego su cuerpo se para. Esta encima de una montaña de cadáveres putrefactos. El olor es absolutamente horrible. Tiene que salir de allí, no solo para salvar su vida, tiene que contarles a los demás lo que sabe, que se encaminan hacia un atrampa y que la han utilizado a ella para tenderla. Tiene que poner a trabajar sus huesos y sus músculos. Se empieza a arrastrar, descendiendo penosamente la montaña de cuerpos en descomposición. Por fin llega al suelo y el peso del cuerpo sobre los pies casi hace que se mareé. El primer paso. Tiene que dar el primer paso, si consigue dar ese todos los demás vendrán detrás. Levanta el pie levemente. Y ahí está. Un paso, luego otro y V empieza a andar con el sol de la tarde mirándola con desgana.

8 comentarios:

Panteira dijo...

Vaya, yo pensaba que en laboratorio iban a estar criogenizados William Wallace, Alejandro Magno, Gengis Khan, Stalin y Gerard Depardieu (por ejemplo) para que se uniesen a la Corporación V_V'

P.D. Y en la reserva Obi Wan Kenovi... que nunca está de más :D:D:D

Doctor Spawlding dijo...

jajajajjajaja. No te olvides del Fary!

Eriwen dijo...

ME cae mejor ahora mismo V que HElen

Hache dijo...

Con lo estupendisima que es Helen... además de que seguro que está buenisima.

Doctor Spawlding dijo...

veis?, yo no tengo ese problema. ami todos me caéis iguald e mal, jajajajajajajajaja. COn lo que molaba del Doctor, misterioso, arrogante, sexy, despiadado. Puto guionista, mira que matarle...espera...jajajajajajaja

Hache dijo...

Bueno lo de sexy lo podriamos discutir... ahora que ha regresado con el pelo CORTO creo que ha perdido gran parte de su encanto (o todo). Si, ya me he leido la siguiente entrega. Prometo que no estaba dentro esperando dandole al F5 como una loca... Estoy enferma, o soy tu mayor fan.

Doctor Spawlding dijo...

Joder, eso sí que es rapidez. Y lo del pelo, es que la edad no perdonoa, que le vamos a hacer. Y más bien serás la única fan, lo que pesa es que la gente se aburre un huevo y bo tienen nada mejor que leer este despropósito, jajajajajajajajajajajaaj.

Hache dijo...

Yo te leo por puro placer, eh!! XD No es que esté en casa enfermita y me aburra muchísimo.