martes, 31 de agosto de 2010

La invasión de los girasoles mutantes.

Episodio 19: Bellezas incubando.
-Así qué, demonios, ángeles y el mismísimo Lucifer –dice Johnnie.
Peter, solo asiente y sonríe mientras pega un trago a una botella de bourbon.
-¿Delirante, eh? Pero imagina lo que hubiera pensado cualquiera si hace veinte años alguien dijera que el mundo iba a ser destruido por una invasión de girasoles mutantes.
-Joder, parece el argumento de una novela mala…
-Bueno, haría falta una imaginación portentosa para crear algo así.
-Si, eso es verdad, y un cerebro muy retorcido.
La comitiva cruza las tierras desiertas del norte. No han encontrado más campos aun, lo cual es extraño y les hace sospechar de una trampa. Pero ya es tarde para la marcha atrás, como le dijo Napoleón a Josefina en la noche de bodas. Johnnie y Peter beben sentados en el suelo de Betsy, mientras Bridge conduce y Helen y Martin duermen. El sol va entrando por las ventanas, dando un poco de realidad a una noche demencial. Los Nephilim han desaparecido, pero Peter ha asegurado que estarán a las puertas del Dorado cuando el improvisado ejército llegue. La verdad es que nadie ha querido preguntar sobre los misteriosos medios de transporte que pueden tener esos extraños personajes. Peter, sin embrago, se sentía bastante reconfortado de poder viajar en la vieja Betsy, como si nada hubiera cambiado. Tenía muchas cosas que explicar a sus amigos, y así, durante todo el viaje les ha contado todo, su pasado, y lo que había pasado desde que Celine le clavara el cuchillo.

Desde lo más alto del rascacielos que sirve de base central a La Corporación, su Líder, Jeremmiah Kiskembauer, mira el horizonte mientras piensas cuantos grandes hombres antes que él no se habrán visto en la misma situación, al borde de una muralla, desafiando al amanecer, esperando que una ola de sombras se cierna sobre todo lo que se han afanado por construir. Las tropas están listas, los girasoles sedientos de sangre y tiene de su lado al mejor general, Xavier, una mente pre clara y todo un estratega. Nada puede salir mal. Nada pueden traer consigo esos pordioseros de un mundo ya extinto que les pueda hacer frente. De hecho, piensa sonriente al recordar a su Santidad, tienen hasta a Dios de su parte. No puede evitar reírse, ¿Dios?, él hace mucho que dejó estas tierras. Desde que los hombres dejaron de creer en él. Un Dios no existe sin nadie que le crea. Él, sin embargo, tiene una infinidad de almas que creen en él con fe ciega. Los hombres fuertes y visionarios son lo más parecido a Dios que se puede encontrar. Él es lo más parecido a Dios que se puede encontrar. Un Dios viviente como los reyes de los tiempos remotos. El Cuarto Reich será un imperio sin precedentes en el mundo. Están en la hora final, como Jerjes, como su Padre Dario, como Julio César llegando a las puertas de Roma, como Amenofis III tomando las tierras de los Nubios. Piensa cerrar su puño de acero sobre los rebeldes y utilizar sus cuerpos para abonar las tierras de su nuevo mundo.
Alguien ha subido a la azotea, se ha colocado de tras de él y ha carraspeado.
-Hable, General Xavier –dice sin darse la vuelta. Mientras piensa que detrás de todo gran gobernante hay un gran general.
-Todo listo, mi Líder. La ciudad se cerrará como una ratonera sobre ellos. Son las últimas horas del último escollo para el alzamiento del IV Reich. Cuando esto se sepa, el resto de ciudades se entregarán.
-Cierto. Y los que sean dignos formarán parte de nuestro sueño y los que no –hace una pequeña pausa-. Bueno, los que no ya les buscaremos alguna ocupación. Hay mucho que reconstruir y no vendrá mal mano de obra barata.
-Por supuesto. Ya buscaremos más adelante otro tipo de soluciones.
-¿Las sorpresa final está lista?
-Listos señor, vivos, coleando y con mucha hambre. Las pruebas principales ni se acercaban a su fiereza final.
-Excelente. Me muero de ganas de verles en acción.

Helen y Johnnie echan el último sueño abrazados en uno de los asientos de Betsy. Martin mira con aire distraído por la ventana mientras no para de musitar que le hubiera gustado echar un polvo antes de la batalla. Bridge conduce, despacio, siguiendo la marcha del convoy, mientras Peter le habla desde el asiento que hay justo detrás de la plaza del conductor.
-Así, que, ¿cómo es estar muerto? –pregunta Bridge.
-Pues, espero que sea muy distinto de lo que yo vi. La gente se lo pasaba de puta madre, pero a mi me perseguía exactamente la misma mierda que cuando estaba vivo.
-¡Cielos! Tú siempre tan optimista.
-Un pesimista es un optimista bien informado –responde Peter mientras le da otro trago a la botella.
-Veo que ni tras escapar de la muerte eres capaz de dejar de beber.
-Voy camino de una batalla suicida, al frente de un ejército de medio ángeles caídos, acabo de volver de la tumba y ¡Ah! Sí, me he enterado de que Lucifer es mi padre. Voto a tal que este es el mejor momento del mundo para beber.
-Tienes razón, pásame la botella.
Peter se la pasa y Bridge da un buen trago.
-Aprovecha. Una de las pocas cosas buenas que tiene todo esto es que no hay agentes del tráfico.
-Cierto –responde Bridge devolviéndole la botella-. Pero sería realmente gracioso ver a dos girasoles vestidos de pasmas, en un coche patrulla, que nos pararan y nos pidieran los papeles.
Los dos ríen. Peter da otro trago y siente como el calor le quema por dentro. Le viene a la mente la vez que dio un largo trago y, justo cuando estaba tragando, Johnnie le hizo reír. El bourbon no iba ni para delante ni para atrás y se quedó ahí, quemándole el esófago. No había llorado más en toda su vida. Espera que todo aquello sirva para crear un mundo en el que todavía queden ratos para reírse con un camarada por nada en concreto.
-¿Crees qué todo esto servirá de algo? –le pregunta a Bridge.
Bridge se ha hecho la misma pregunta durante toda la noche y no se ha atrevido a responderse a sí mismo, así que no sabe muy bien que decirle.
-Sinceramente –dice al fin-, creo que el mundo tiene demasiados males. El hecho de que acabemos con uno no quiere decir que el mundo sea un camino de rosas y que ya nunca más vaya a haber hambre, ni guerras ni conflictos.
-Joder, luego soy yo el pesimista.
-Tú has preguntado. Pásame la botella.

Celine mira los tubos de incubación. Las criaturas parecen dormir el sueño de los justos. Junto a ella, su Santidad mira a las criaturas como quien mira a un hijo.
-¿No son hermosos? –Dice el hombre- Son mi mejor creación, mucho más completos que los girasoles.
-A mi me parecen repugnantes -dice Celine.
-¿Repugnantes? Son unas hermosas criaturas del señor.
-¿Pero qué dice? Son una depravada creación de una mente enferma como la suya. Dios no tiene nada que ver en esto.
-Hija mía. Los caminos del Señor son inescrutables. Yo soy el máximo representante de Dios en la Tierra. Y Él quiso darme el don de entender la ciencia para que pudiera entender el mundo que él nos dio. Yo he utilizado la ciencia que Dios me dio para crear estas maravillas. En última instancia son creación del Todopoderoso, utilizando a este humilde servidor como herramienta.
-Es usted un fanático. Estoy de acuerdo como el que más aquí en admitir que el fin justifica los medios. Pero jamás admitiré que algo como esto es algo divino o devoto. Es una aberración.
Celine se prepara para darse la vuelta. Pero el Papa le coge del brazo.
-No te sulfures, hija ¿Por qué no discutimos todos estos interesantes temas teológicos en mis aposentos con una buena botella de vino?
-Santidad, quíteme las manos de encima si quiere conservarlas –la mirada de Celine le deja claro al clérigo que habla muy en serio.
-Mucha gente podría interpretar tus palabras como una falta de fe. Deberías tener cuidado, no me gustaría informar al Líder de ciertas actitudes subversivas.
Celine no contesta, se da la vuelta y sale de la habitación. Pero justo antes de alcanzar la puerta, por el rabillo del ojo, le parece ver como una de las criaturas abre un ojo, lo que le pone la piel de gallina.

2 comentarios:

Panteira dijo...

Seguro que las "bellezas" que se están incubando provienen del esperma de Rafa xDDDDD

Doctor Spawlding dijo...

su vuela es de Rafa jajajajajjajajj!!!!!!!